En Imprenta La Gutenberg han aceptado hacer un encargo muy especial: el facsímil del pequeño cuento en el que está basado "Isla Espumillón".
Alguno de estos facsímiles será sorteado en la fiesta de presentación del proyecto "Isla Espumillón" el día 27 en el bar Kona Lei (c/Hernán Cortés, 8. Madrid).
Y os quiero adelantar algunas imágenes...
viernes, 30 de mayo de 2014
miércoles, 28 de mayo de 2014
Fiesta de presentación del a preventa.
El viernes 27 de junio haremos una fiesta de presentación de "Isla Espumillón" en el bar Kona Lei, sito en la calle Hernán Cortés, 8.
Habrá algunos sorteos relacionados con el libro. Os esperamos allí a partir de las diez y media.
Habrá algunos sorteos relacionados con el libro. Os esperamos allí a partir de las diez y media.
Capítulo 1 de Isla Espumillón
El
despertar de Waldo
Waldo despertó el segundo viernes del mes diciembre. No recordaba haberse
quedado dormido. No recordaba de hecho nada anterior al momento de despertar.
Pero sí sabía dos cosas: se llamaba Waldo
y estaba en casa. Inmóvil en el salón Waldo había abierto los ojos a
causa del bullicio. Era el último día de colegio y por eso seguramente había
tanto alboroto en la casa. Waldo miraba a los dos niños correr y mirarle
contentos. Cada vez más despejado, se dio cuenta de que aquel sitio le gustaba.
La moqueta le daba calor, las cortinas le protegían del sol, y olía a bocadillo
de jamón. Además, sonaban villancicos. “Esto es un hogar”, se dijo “y me
gusta”.
Y es que Waldo era un árbol de Navidad venido desde lejos,
aunque no tanto como él podía pensar. Había crecido en una finca de la que no
recordaba nada, y le habían transportado en una maceta de plástico negro hasta
la Plaza Mayor. Allí había permanecido durante una semana, hasta que Ramiro le
compró por varios euros. No era el abeto más bonito del mundo; quizás por eso estaba rebajado. Pero de no haber sido así, Ramiro no le
hubiera elegido y él no hubiera visto nunca el salón con moqueta ni las
cortinas amarillas que tanto le gustaban. Ramiro y Elena le adornaron con
espumillón, bolas rojas, y luces de colores. En la punta colocaron una estrella
de Belén con purpurina, y a los pies pusieron algo de musgo para que la
maceta no se viera tanto. Quizás
fue la disposición de los adornos lo que le dio vida, o quizás fue que Waldo
siempre había deseado estar vivo, aunque eso no era importante; lo que de
verdad importaba es que Waldo, tan ilusionado como estaba con la Navidad, creía
incluso que era capaz de respirar. Y a veces esto le emocionaba tanto que creía
que se le iba a escapar el alma.
Todas las noches, Waldo se quedaba dormido mirando las luces
que bailaban detrás de la ventana. Todas las mañanas se despertaba con el
alboroto de los niños, y veía los dibujos animados con ellos. Todas las
películas trataban sobre Papá Noel, y Waldo no podía dejar de esperar la
llegada de Papá Noel y los Reyes Magos. Sabía gracias a las películas que él
sería el único que les vería. Tenía tantas ganas de hablar con ellos que
siempre se decía que no se iba a dormir. Pero llegaba la hora de la cena y se
lo pasaba tan bien que luego estaba agotado, y se quedaba dormido. La víspera de Nochebuena se prometió a
si mismo no quedarse quedado
dormido. Pero no pudo evitarlo. A
la mañana siguiente, no obstante, estaba tan contento con los regalos que le
dio igual haberse dormido. Les
veía a todos tan contentos abriendo los regalos, y le gustaba tanto el papel
brillante que los envolvía, que quiso hablarles. Cuando Fátima, la pequeña,
desenvolvió su San Bernardo de peluche, Waldo no pudo evitar gritar.
– Es lo que tú querías. ¡Es lo que tú
querías!– Se puso las ramas en la boca. Pero ellos no se inmutaron. Se dio cuenta entonces de que no podían
escucharle. Para ellos él era un simple árbol de Navidad.
Waldo pensó que tal vez no pudiera
comunicarse con ellos, pero al
menos estaba en su compañía.
A Waldo le dio mucha rabia no poder hablar durante
la Nochevieja. Hablaba, sí, pero nadie le escuchaba, así que era como no
hablar. Fue mucha gente (familiares, suponía él) y aunque muchos de ellos no le
gustaron, pues eran ruidosos y
maleducados, sí que hubo muchos niños. Y Waldo se dio entonces cuenta de por
qué le gustaban los niños. Él era también uno. Un niño árbol. Quizás le habían
cortado demasiado pronto. Quizás si le hubieran dejado crecer hubiera ido a
parar a la entrada de una gran empresa en una calle importante. Pero entonces,
quizás, no hubiera conocido a aquellas personas a las que tanto quería ya y con
las que, por desgracia, no podía hablar.
Al fin llegó la Noche de Reyes. Todo
el mundo estaba nervioso. Fátima y Luismi no hacían más que hablar de lo que
habían pedido. Waldo, aunque sabía
que no le podían escuchar, hablaba también, porque le gustaba sentirse parte de
la familia.
–Esta noche no voy a dormir. Voy a
hablar con los Reyes Magos, y les voy a pedir que podáis escucharme y verme. Y
entonces podremos jugar juntos y hacer un montón de cosas. Esta noche no va a
ser como en Nochebuena. Ya lo veréis.
Waldo se quedó ensimismado viendo, una noche más,
las luces de la carretera. Se volvió y vio unas figuras que se alejaban. Waldo hizo
señas para llamarles, pero no le oyeron. Los regalos, sin embargo, estaban bajo
la maceta. Era obvio que eran los Reyes Magos. Y él se había quedado dormido,
otra vez, en lo más interesante. Estuvo triste toda la noche, dándole vueltas
al hecho de que no había llamado a los Reyes lo suficientemente alto. Llegó la
luz del día. Fátima y Luismi se pusieron muy contentos al ver los regalos, pero
Waldo no podía dejar de pensar que por su mala cabeza había perdido la
oportunidad de cumplir su único deseo.
– Al menos – se dijo– estoy donde
quiero estar, con la gente con la que quiero estar.
Pero el pobre Waldo no sabía que la Navidad no es
sino la excepción dentro de todo el año. Por eso a la gente le gusta. Y por eso también hay gente que la
odia. Waldo no sabía que la Navidad no tiene nada que ver con el resto del año,
y que después del Día de Reyes se acaban los adornos, los villancicos, los
banquetes, y los regalos… y el árbol de Navidad.
lunes, 26 de mayo de 2014
F.A.Q. de "Isla Espumillón"
Hola, soy Jimina Sabadú y soy consciente de que hacer un F.A.Q. de una cosa que es desconocida puede sonar absurdo, pero ya que estamos, me explicaré así.
¿Esto qué es?
Esto es el blog que he abierto para la preventa de un librito que escribí y que quiero publicar. Se llama "Isla Espumillon".
¿Quién eres tú?
Yo me llamo Jimina Sabadú y soy escritora y guionista. Quizás usted me recuerde como ganadora del flamante premio Lengua de Trapo. O como coguionista de "Faraday".
¿Qué es esto? Otra vez.
Pues que he escrito un libro y he decidido, en vez de publicarlo en una editorial, hacerlo yo.
¿Por qué una preventa? ¿Es que no tienes editorial interesada?
El libro ha pasado por muy pocas manos. Y no manos editoriales. Voy a publicarlo yo porque es un libro especial para mi y me hace ilusión hacerlo como lo concebí. Además, no es ni para adultos ni para niños, así que creo que es mejor así.
¿Esto no es mucho lío?
La verdad, sí lo es. No entiendo a la gente que dice "pásate a la autoedición". Es más fácil que lo haga una editorial, pero esto es lo que hay.
Y la novela, ¿Qué tal está?
A mi me gusta mucho.
Ah, ¿y cuánto va a costar?
Espero que el presupuesto me salga para que no supere los 20 euros. Entre 15 y 20 euros.
¿Será una edición normalita?
No. Es un libro ilustrado, pero las ilustraciones vienen a modo de cromos que uno puede pegar (o no) en el librito. Las ilustraciones las hago yo porque me quiero mucho y me gusta cómo dibujo.
También estoy hablando con varios artistas (diferentes ramas) para hacer varios complementos al libro, que saldrán como opcionales.
En serio, ¿por qué tanto lío?
Es un libro especial para mi. Con eso debería bastar. Pero si queréis, el primer capítulo lo colgaré en la siguiente entrada.
¿Vas a repetir esto?
No creo. Quizás con cosas muy pequeñitas, pero no, no lo voy a repetir. Se hará una edición limitada y numerada, y no habrá más.
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